Descubren por qué funciona la
meditación
Modifica las zonas cerebrales relacionadas con los
objetivos de las técnicas empleadas, según un estudio
La meditación cambia la arquitectura de algunas
zonas del cerebro y consigue mejorar las habilidades sociales y reducir los niveles de
ansiedad, ha descubierto un nuevo estudio realizado por científicos del
Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y del Cerebro en Leipzig, Alemania,
cuyos resultados se publican en Science Advances.
Ya se sabía que la meditación se desarrolla mediante
una variedad de técnicas de entrenamiento mental que, en principio, pueden ser
practicadas por cualquier persona. También se ha demostrado repetidamente que
la meditación puede tener un efecto positivo en determinados aspectos de la
salud y del bienestar.
Sin embargo, hasta ahora, no estaba claro qué tipo de
práctica mental produce qué efecto y cuáles son los procesos subyacentes de los
efectos detectados, y es lo que aporta de nuevo esta
investigación, informa Tendencias 21.
En esta investigación participaron 160 personas que
realizaron tres programas de entrenamiento, cada uno de ellos de tres meses de
duración y centrados en un área específica de habilidades.
El primer programa estuvo dedicado los factores de
conciencia y atención plena, en el cual los participantes realizaron técnicas
básicas de meditación, respiración y atención a las sensaciones.
El segundo programa se centró en las competencias
socio-afectivas, como la compasión, la gratitud, la empatía o la gestión de
emociones difíciles. En este programa los participantes tuvieron que trabajar
en parejas para compartir sus emociones.
Actividades socio-cognitivas
En el tercer programa, centrado en actividades
socio-cognitivas, como la autopercepción y adquirir la perspectiva de los
otros, los participantes aprendieron a tomar diferentes perspectivas de
aspectos de su personalidad a partir de experiencias subjetivas, que compartían
a través de ejercicios específicos y en parejas.
Las 160 personas realizaron los ejercicios descritos
para cada grupo durante 30 minutos al día, seis días a la semana. Al finalizar
cada programa, los científicos registraron el estado de los participantes
mediante test psicológicos, la medición de la actividad cerebral a través de
resonancia magnética y también mediante diferentes análisis para establecer niveles
de estrés en el cuerpo, como la liberación de cortisol.
Al concluir el primer programa, los
investigadores observaron cambios en áreas en la corteza cerebral vinculadas a
la atención, mientras que
al acabar los otros dos, centrados en las competencias socio-afectivas y
socio-cognitivas, se vieron mejoras en aspectos como la compasión o la toma de
perspectiva, con cambios en las regiones del cerebro donde se desarrollan esas
habilidades.
Por último, mediante un examen de estrés psicosocial,
se descubrió que la secreción de cortisol, la hormona del estrés, disminuyó más
de un 51%, aunque solo tras acabar los dos programas centrados en desarrollar
competencias sociales. No se percibió esa bajada al acabar el primer programa,
destinado a fomentar la atención. Sin embargo, al terminar cada uno de los tres
programas, sí se había reducido la percepción subjetiva del estrés.
Cambios
estructurales en el cerebro
«Nuestros descubrimientos muestran claramente que el
entrenamiento mental diario, breve y específico puede producir cambios
estructurales en el cerebro, lo que a su vez conduce a una mejora en la
inteligencia social», explica la investigadora Tania Singer, en un comunicado del Instituto Max Planck.
Singer destaca la relevancia de estos descubrimientos
para el sistema educativo y la aplicación clínica, teniendo en cuenta que «la
empatía, la compasión y la toma de perspectiva son competencias cruciales para
el éxito de las interacciones sociales, la resolución de conflictos y la
cooperación».
Los resultados, concluye Singer, muestran que
cualquier adulto sano pueden mejorar competencias sociales cruciales necesarias
para el éxito de la interacción social y la cooperación reduciendo el estrés a
través de la meditación, y que cada ejercicio mental tiene un efecto diferente
en el cerebro, la salud y el comportamiento.
«Dependiendo de la técnica de
entrenamiento mental que se practique, cambiarán de forma significativa estructuras
cerebrales específicas y los marcadores de comportamiento vinculados a ellas», destaca Sofie Valk, autora
principal del artículo. La investigación ha girado en torno al ReSource
Project.
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