“La
educación ha producido muchos individuos capaces de leer pero muy pocos capaces
de decidir qué merece la pena leer” G. M. Trevelyan
Por más que queramos, por más que busquemos la manera
de tratar de inculcar ciertas lecciones de vida, solo existe una manera de que
determinados aprendizajes relevantes puedan ser aprendidos: necesitan ser
vividos en primera persona.
Y es que un aprendizaje significativo nace de la
actitud por enfrentar de manera libre una situación difícil. Hay muchas
lecciones que quisiéramos que nuestros hijos aprendieran antes de que
sucedieran pero que, paradójicamente, no pueden ser aprendidas si no es
viviéndolas como protagonistas.
La labor de la educación reside en regalar
generosamente las herramientas más adecuadas que preparen a las personas a
gestionar por si solas y de la mejor manera posible estas situaciones.
Y cada uno, con las herramientas que hemos ido
incorporando gracias a personas que han sido importantes para cada uno, tenemos
la responsabilidad de utilizar esas herramientas para seguir aprendiendo
indefinidamente y para devolver a los siguientes lo que un día nos fue
regalado.
1. Que los errores son oportunidades para crecer y que
aceptar las derrotas nos hace madurar psicológicamente. No solo es necesario sino que se convierte en un
factor imprescindible.
2. Que el dolor es inevitable pero que el sufrimiento es
una decisión personal. No enfrentar lo
que puede doler es absurdo por ser inevitable. Antes o después tendrás que
hacerlo. Es mucho más inteligente prepararte para sufrir lo menos posible y
aprender a gestionar el dolor que te provocan las situaciones difíciles de la
vida. Pocas situaciones son dramáticas, la mayoría son difíciles.
3. Que no es necesaria la aprobación de nadie para
fortalecer la autoestima. Que buscamos la
aprobación de otros cuando hemos sido educados en cumplir las expectativas de
otros. Frases como “no me falles”, “hazme sentir orgulloso”, “no me
decepciones” y tantas otras, hacen que terminemos generando comportamientos
para satisfacer las necesidades de otras personas. Y las nuestras, ¿dónde se
quedan? Es preferible no fallarse a uno mismo, sentirse muy orgulloso de lo que
uno va consiguiendo y cumplir con las expectativas que ponemos en nosotros
mismos.
4. Una queja sin una alternativa te hunde en el pozo del
victimismo. La comodidad para esperar que otros nos
den las soluciones nos incapacita a un ritmo vertiginoso. Un estudio realizado
sobre adolescencia en España habla de cómo los adultos asignan dinero semanal a
sus hijos sin vincular esa paga a ningún esfuerzo por parte de ellos.
Multiplicas lo que gratificas. Si un niño aprende que no es necesario
esforzarse para cubrir sus necesidades, ¿qué adulto obtendremos?
5. Que tu vida depende de tu capacidad para aprender. Está científicamente demostrado que cualquier
cerebro es capaz de aprender hasta que muere. Siendo esto así no podemos dejar
pasar esta oportunidad. Y aprender no es otra cosa que pasar a la acción cuando
algo da miedo. Si un nuevo aprendizaje no te provoca algo de miedo, es muy
probable que no sea demasiado relevante. Reconocer en el miedo una oportunidad
para enfrentar y afrontar lo desconocido es uno de los mayores aprendizajes que
deben ser vividos.
Decía Henry Ford
que “solo hay algo más caro que formar a las personas y que se marchen: no
formarlos y que se queden”.
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