"Nos sobra todo y no nos falta nada". Esta fue la
respuesta del jesuita Javier Melloni a la pregunta: "¿Qué nos falta y qué nos sobra en
Occidente en cuanto a espiritualidad?". Nos sobra todo y no nos falta nada
porque lo que necesitamos ya está aquí y lo que está aquí lo necesitamos. La
palabra espiritualidad proviene de spiritus en latín y pneuma en griego, que
significa "aire", que es lo que necesitamos para vivir a cada
instante. Espiritualidad es la experiencia de Dios, la experiencia que tenemos
de algo que, siendo invisible, nos está vivificando a cada instante.
Si quieres profundizar en el tema…
Te resalto algunas ideas:
Aceptar la adversidad,
lo que no significa someterse ni resignarse sino asumir esa adversidad fluyendo
con ella. Concentrar la energía en transformarse interiormente.
Buscar la calidad del
momento presente. La esperanza es necesaria ya que anticipa lo que espera;
pero, al mismo tiempo, se ha de vivir ya en el presente lo que se espera como
futuro. Como decía Gandhi, "no hay un camino para la paz, sino que la paz
es el camino".
Si el "yo"
se magnifica, encapsula la vida en una referencia egocéntrica y se separa de la
totalidad, aislándose de las fuentes de la vida. Dios no es un
"Tú" hacia el que me dirijo desde mi "yo", sino el mar que
se descubre sabiéndose ola. Es necesario sostener ambas perspectivas: la
singularidad de cada ola, en su radical especificidad, y a la vez, la
conciencia de ser mar.
Acoger sin
discriminar ni juzgar.
Aprender a tener
menos para "tenerse" más.
Para que la palabra
cobre fuerza, ha de haber silencio en medio. El silencio no anula la
palabra sino que es el fondo que le da sentido.
La pobreza -no la
miseria- es una bendición, en la
medida que permite un uso limitado y responsable que genera solidaridad y
compasión.
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